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Debido a mi formación utilizo tres herramientas que permiten optimizar el rendimiento desde los procesos mentales
La psicología y el coaching deportivo se basan en el conocimiento científico y el trabajo sobre las habilidades psicológicas. Su objetivo es encontrar el equilibrio entre el rendimiento óptimo del atleta y su bienestar emocional. La práctica deportiva, para ser completa, debe basar el entrenamiento y la competición en cuatro pilares fundamentales: técnico, táctico, físico y mental. Éste último factor, generalmente, no se incluye dentro del entrenamiento del deportista o no se le da la relevancia que merece.
El factor mental no es tan visible u objetivable como el resto de factores, pero no por eso es menos importante, a diferencia del resto tiene la cualidad de actuar como potenciador de los otros pilares, consiguiendo una mejor ejecución y un rendimiento más estable. Obviar el entrenamiento mental puede acabar interfiriendo negativamente en el resto de factores de múltiples maneras.
El coaching deportivo es una herramienta psicológica que moviliza el propio aprendizaje y descubrimiento personal para adquirir habilidades y conseguir desempeñar mejor nuestra labor objetivo. Se basa en cinco principios fundamentales: modificar la situación sin conducir a la persona, conseguir el máximo rendimiento posible, trabajar desde el presente hacia la mejora del futuro, está dirigido a la consecución de objetivos y tiene como eje central de acción la comunicación.
El psicólogo deportivo es un profesional especializado, que tiene como objetivo acompañar al deportista nutriéndolo de recursos y competencias para optimizar el rendimiento y el aprendizaje de su disciplina deportiva. En ningún caso, pretende suplantar al entrenador, ni a cualquier otro integrante del staff técnico. El psicólogo del deporte tiene su propio rol y conoce su campo de trabajo.
Estas son algunas situaciones en las que puede intervenir un psicólogo deportivo:
El entrenamiento mental puede aplicarse en cualquier nivel de práctica:
Además de ir dirigida al atleta, puede ser aplicada a otros agentes que se relacionan e interactúan con el deportista, desde tres perspectivas distintas: